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miércoles, 2 de abril de 2008

Le gustaban los acordes de si menor por las mañanas
en los compases de la música tecno y pop
Tomaba sus tazas de té sin azúcar y con leche
Amaba toda clase de helechos, sobre todo si no eran verdes
Vivía en una casa de puertas negras y ventanas anchas,
Escuchaba de forma progresiva un mar de notas en su cabeza
Tenía los dedos de la mano de un príncipe,
llenos de justicia e inocencia.
Se sacudía el cabello con caspa de aquel día mientras veía su plato de cereal a través de sus lentes de sol, sentado de una manera muy poco cómoda.
Salía todas las mañanas a observar lo que iba quedando de paisaje
Algunos pocos árboles que aún quedaban en pie,
flores que los transeúntes todavía no habían pisado,
unos pocos metros cuadrados de césped amarillo y grisáceo que había adquirido su color por estar donde estaba
En la plaza de la ciudad caían las aves muertas con más frecuencia que sus deposiciones.
Odiaba a los niños
En realidad Salía de día a buscar “presas”.
Trabajaba de noche de lunes a jueves, donde le solían regalar los atuendos que utilizaba después de cada función.
prefería ver las noticias en la televisión a leerlas en los periódicos.
Su habitación se veía ordenada por el solo hecho de tener muy pocas cosas en ella: una cama grande y su ropa y artículos de embellecimiento en un closet.
No tenía cortinas en su pieza,
colgaba anuncios en su ventana;
el número de su agente, el del local en donde trabajaba, a veces el suyo propio.
Se levantaba todos los días a las 7, fuese cual fuese éste.

Él estaba en la cima del mundo
Era joven
y todo un ídolo en la comunidad
Seducía con facilidad a quien quisiese,
era una figura en la ciudad.
Cuando dormía, lo hacía desnudo. Siempre se destapaba en las noches,
fuese o no su voluntad.
Era la sensualidad hecha persona
Iba al gimnasio tres veces por semana, donde también era sensación.
Se había acostado con todos,
y más de alguna vez con quien lo ameritaba

Eran muy famosas sus andanzas,
éstas eran de viernes a domingo.
Salía generalmente solo,
llegaba siempre de alguien unido.

Quienes compartieron con él aquellas noches
nunca se arrepintieron
a sabiendas de que sólo serían juguetes olvidados
se este ser que veían casi sólo en sueños.
Le gustaba estrangular a los animales pequeños
y odiaba el chirrido de la tiza si se pasaba con fuerza y sin destreza.


Un día una chica contrató sus servicios como stripper y lo asesinó.

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